“Si haig de sortir de la política per la llengua ho faré, perquè
vaig entrar en política precisament per la llengua”, diu l a consellera
d'Ensenyament, que critica el “setge d'un Estat contra una
llengua”
D'on surten les paraules que fem servir cada dia per
comunicar-nos? Qui les forma? Un neologisme és una paraula que ha entrat de nou
a la llengua. Pot provenir d'un manlleu d'una altra llengua o es pot formar per
derivació, composició o encreuament. Com es capté el català en la formació de
paraules noves? En quina situació es troba?
En parlem amb el lingüista i doctor en
filologia catalana per la Universitat de Barcelona, Gabriel Bibiloni, que va fer
un curs sobre neologismes a la Universitat Catalana d'Estiu (vídeo).
Gabriel Bibiloni és doctor en
filologia catalana per la Universitat de Barcelona, que va obtenir amb la tesi
'La llengua dels mallorquins. Anàlisi sociolingüística' (1983). És professor de
la Universitat de les Illes Balears i participa, des de sempre, en activitats de
promoció de la llengua. Ha escrit força llibres sobre llengua, cultura, societat
i país, com 'Fer una llengua és
fer una nació' o 'La llengua catalana a
Mallorca. Propostes per a l'ús públic'.
La seva recerca s'ha centrat, particularment, en la teoria i la
planificació de l'estàndard, en les interferències lingüístiques i en l'anàlisi
de la situació sociològica del català.
Miguel Ángel Gimeno creu que “no té sentit” qüestionar tota una
política lingüística i recorda que la sentència “respon a unes demandes molt
concretes”
Article publicat en
valenciapaza.com diumenge 12 de juny del
2011
Anselm Bodoque
A finales del año 1994, cuando los
socialistas valencianos agotaban sus últimos meses de gobierno en la
Generalitat, tuvieron lugar en el Palacio de Pineda de Valencia, sede de la
UIMP, una serie de reuniones entre dirigentes socialistas y el líder del partido
anticatalanista Unió Valenciana, Vicente González-Lizondo. El
objeto de las conversaciones era conocer si UV apoyaría puntualmente o de manera
estable a un gobierno del PSPV-PSOE en caso de perder los socialistas la mayoría
absoluta.
No fue necesario. Los resultados de 1995 fueron un desastre
para los socialistas. UV llegó a un acuerdo de gobierno con el PP;
Zaplana fue elegido presidente de la Generalitat; el PP acabó
devorando a UV y los socialistas iniciaron una larga travesía en el desierto en
la que parecen querer seguir durante mucho tiempo.
En aquellos encuentros, el líder de UV afirmó con su singular
estilo que él tenía claro que el valenciano y el catalán son la misma lengua,
pero que el valencianismo debía ser anticatalanista. La anécdota recuerda que
apelar al anticatalanismo y a una visión distorsionada de lo valenciano
han sido instrumentos esenciales para conseguir la hegemonía ideológica
conservadora en la sociedad valenciana en las últimas décadas, mucho antes
incluso de que el PP conquistase su actual dominio político e institucional.
Zaplana no modificó las tímidas políticas socialistas sobre el
valenciano, incluso impulsó la creación de la AVL para disminuir el ruido sobre
la identidad de la lengua. Durante dos legislaturas, Camps
tampoco lo hizo. Ahora, Font de Mora, en su despedida como
conseller, propone un cambio radical. Aclaremos una cosa, en el actual modelo,
no hay líneas en castellano y líneas en valenciano. Las llamadas líneas en
valenciano (33% del total de Primaria y 27% de ESO), están formadas por los
programas de enseñanza en valenciano y los programas de inmersión lingüística y
tienen en torno a un 10% del tiempo de enseñanza en castellano (asignatura de
lengua castellana) y otro 10% en inglés (asignatura de lengua inglesa). En el
resto de la enseñanza, no hay líneas en castellano, sino programas de
incorporación progresiva, donde el valenciano es lengua vehicular de un 25-35%
de las asignaturas (dos o más asignaturas), el inglés lo es de un 10% y el resto
es en castellano. El nuevo modelo que se pretende impulsar se anunció primero de
educación trilingüe y, posteriormente, se ha dicho que sería un modelo bilingüe
con asignatura de inglés y que el sistema trilingüe sería voluntario.
Cuatro observaciones al respecto. Primera. La forma, sin
consenso ni discusión previa con los agentes políticos y educativos; el momento,
durante la campaña electoral y con un Consell en funciones, y el fondo, sin
estudios pedagógicos que avalen la medida y desconociendo las habilidades en
inglés del profesorado, evidencia un estilo de hacer política autoritario en
exceso y con fuertes componentes ideológicos antivalencianistas.
Segunda. La retórica del trilingüismo ha sido una cortina de
humo. En nuestro país, la enseñanza de las lenguas extranjeras siempre ha tenido
un rendimiento pobre. Ni políticos, ni empresarios, ni sindicalistas, ni
educadores tienen un buen conocimiento del inglés por regla general. Es irreal
pensar que tenemos un tercio del profesorado en condiciones de enseñar
correctamente en inglés, cuando en muchos casos se hace aguas en valenciano y en
castellano. Además, por lo que se ha ido publicando, la enseñanza en inglés
quedaría limitada a la asignatura de lengua inglesa y a las unidades escolares
que voluntariamente quieran y puedan acceder a este modelo, prácticamente como
pasa ahora. El objetivo no es, por tanto, que el inglés sea lengua vehicular de
un tercio de la enseñanza. Se pretende otra cosa.
Tercera. La medida solo sirve para desmantelar las líneas en
valenciano, que se han demostrado el sistema más eficaz para garantizar el
conocimiento de esta lengua, y, de paso, debilitar aún más a la escuela pública.
En los últimos años, la escuela privada ha aumentado el número de alumnos y los
recursos públicos que recibe. Paralelamente, la escuela pública ha concentrado
la inmensa mayoría de los alumnos con dificultades educativas, con problemas
sociales y los alumnos de origen inmigrante (cerca del 20% de la población
escolar, que en un 85% estudia en centros públicos).
Este hecho, y la ausencia de aulas de acogida para inmigrantes
y de servicios pedagógicos de atención especializada en número suficiente, ha
generado un aumento de las tensiones a las que debe hacer frente la escuela
pública. Se ha contribuido, así, a la creciente huida de las clases medias del
sistema público hacia el privado. Las líneas en valenciano, en la medida en que
atraen a grupos sociales con mayor formación y que la lengua supone una barrera
para los inmigrantes, han sido tradicionalmente un espacio con menos tensiones
educativas y superior rendimiento escolar dentro de la escuela pública. Sin
ellas, es previsible un incremento de alumnos en los centros privados, y un
aumento de los, ya fuertes, impulsos segregacionistas y desigualadores del
sistema educativo valenciano.
Cuarta. A falta de que el futuro conseller de Educación
ratifique la iniciativa, el PP debería ponderar, además de las consecuencias
sociales y lingüísticas, los costes políticos. El anticatalanismo como
componente de una sesgada definición de lo valenciano tiene su origen
en la virulenta transición política a la democracia y en la dura salida de la
anterior crisis económica de carácter sistémico, a finales de los años setenta
del pasado siglo. Actualmente, vivimos una nueva crisis sistémica en la economía
y ésta genera tensiones sociales que están dando lugar a nuevas formas de
socialización política. Mucho de lo que ha caracterizado la política desde la
transición hasta nuestros días puede ser radicalmente modificado. La desafección
política hacia los grandes partidos está aumentando, el malestar social y
político también. Hoy lo sufre el partido en el gobierno de España; pero el PP
se equivocaría si se creyera inmune.
Las últimas elecciones apuntan a un cambio en el sistema de
partidos. Compromís ha entrado, por méritos propios, en el parlamento y, si no
comete errores, puede crecer a costa del resto de formaciones. De hecho, el 22-M
mostró que ni EU ni el PSPV-PSOE han tocado suelo y que el PP puede crecer pero
la capacidad de aumentar su penetración electoral da síntomas de agotamiento;
algo que no ocurre con Compromís, con UPyD y, quizás, con la extrema derecha
externa al PP. La legislatura que viene será dura. Abrir frentes de desgaste sin
beneficio claro será negativo para quien gobierne. Además, puede ocurrir que lo
valenciano ya no sea definido exclusivamente con los parámetros de hace más de
treinta años. El campo de juego está transformándose y las formas de acción
política también lo harán. Históricamente, quien no ve los cambios, acostumbra a
sufrir las consecuencias.